Como arquitecto, la opción de la MAPI en la Escuela de Negocios era el siguiente paso en su carrera profesional. A pesar de que siempre supo que eventualmente quería obtener una maestría en el extranjero, Carlos escogió la Escuela de Negocios, porque encontró la flexibilidad que necesitaba para aumentar sus conocimientos sobre temas —como finanzas, por ejemplo—, que no aprendió con la profundidad necesaria durante su carrera.

La Escuela de Negocios le permitió obtener un minor en finanzas, al mismo tiempo que la MAPI. Al poco tiempo de comenzar sus clases, se dio cuenta de que el aprendizaje sobre los casos vistos en los cursos o tratados durante las discusiones con sus compañeros influían directamente en su trabajo diario. Por tratarse de una maestría de formato ejecutivo, la misma le permitía continuar trabajando, mientras estudiaba por las noches.

Conforme avanzaba en sus clases, Carlos notó poco a poco que su confianza en las reuniones de trabajo iba aumentando, gracias al conocimiento que le estaban brindando las clases nuevas. Aprendiendo más detalladamente el manejo financiero corporativo, comenzó a sentirse más cómodo. Incluso llegó a ser líder de opinión en su trabajo, en áreas que normalmente dejaba para alguien más. Con las nuevas habilidades adquiridas, no solo se fue posicionando como líder en su equipo de trabajo, sino que logró también que su departamento fuera más eficiente. Ya no se requerían asesores de otros equipos, o gente externa, para analizar desde el punto de vista financiero proyectos inmobiliarios.

Formar parte de la Escuela de Negocios le abrió también las puertas a nuevos retos y a nuevas posiciones en su trabajo. Aunque su licenciatura era en arquitectura, con la maestría cursada podía enfocarse en la gerencia de proyectos en el sector inmobiliario, donde podrían aumentar sus oportunidades profesionales. Al terminar la maestría, su confianza y sus nuevas habilidades le permitieron subir de puesto, llegando a convertirse en director de proyectos. Uno de los objetivos de Carlos, al inscribirse en la maestría, era poder tener la flexibilidad necesaria para adentrarse en industrias que no lo ataran exclusivamente a su carrera de arquitectura. Él quería entender el mundo de los proyectos inmobiliarios, para involucrarse en desarrollos que contribuyeran a crear nuevas oportunidades de desarrollo en la ciudad. Hoy, Carlos le recomienda el programa de la Escuela de Negocios a todos aquellos que creen que han llegado al tope en su puesto de trabajo o pretenden emprender un camino nuevo y no saben por dónde empezar. Insiste en que estas maestrías son un punto de contacto «entre personas que persiguen el mismo objetivo: seguir creciendo».