Ana Marcela Rosales estudió una licenciatura en comunicaciones en El Salvador. Su carrera la llevó a trabajar en un banco y ahí se dio cuenta de que, para comunicar de forma efectiva los mensajes del banco (tanto a nivel interno como externo), tenía que conocer mejor los mecanismos de un negocio y cómo funcionaba la institución.

Pero, con su trabajo de tiempo completo y el resto de sus planes en El Salvador, buscó opciones que le dieran la flexibilidad para estudiar un MBA y seguir su carrera sin salir del país. Ana Marcela tampoco quería dejar su trabajo a un lado mientras estudiaba, así que decidió investigar más sobre el formato «presentual» de la Escuela de Negocios.

«Lo más importante para mí fue que la universidad ofrecía la oportunidad de cursar el MBA virtual, como si fuera presencial. Investigué con otros programas en Centroamérica y España, pero ninguno me permitía terminar mi jornada laboral y sacar la maestría a la vez».

Con el formato «presentual», Ana Marcela podía ver al profesor impartir la clase en vivo y hacer preguntas en tiempo real. Aunque parecido al formato virtual, este formato «presentual» la hacía sentir que formaba parte de la clase presencial. Sabía que conectada en su computadora podía participar como el resto de sus compañeros y ser parte de la clase como si estuviera en Guatemala.

«Podías ver al profesor impartiendo su clase en vivo. No era una clase grabada, donde no se podían hacer preguntas. Me pareció un programa completo con herramientas que me permitieron estudiar con la flexibilidad que necesitaba».

Según Ana Marcela, este MBA no es solo para personas que tienen licenciaturas en economía o finanzas. Lo que más le impresionó fue la calidad de profesionales que dan las clases.

«En ningún momento te sentís fuera de la conversación».

Con una licenciatura en comunicación, Ana Marcela confiesa que al principio tenía una barrera mental con los números. Pero, conforme avanzaba en sus clases y aprendía más, se dio cuenta del potencial y las oportunidades que el MBA le estaba abriendo.

«Nunca me consideré la mejor alumna para los números, pero quedé enamorada de las finanzas. Desde ese momento cambió mi perspectiva por completo, motivándome a aprender todo lo posible de mis profesores, hasta llegar a mi graduación recientemente».

Además de aprender sobre sus propias habilidades, Ana Marcela también cuenta que era la única estudiante en su clase de El Salvador. Sin embargo, en el MBA pudo trabajar con personas de todo tipo de industrias y de todos los países de Centroamérica.

Al terminar el MBA, Ana Marcela se cambió de trabajo y pasó de un banco a una empresa de telefonía.

«Lo que me impresionó es que los conocimientos de la maestría los puedes aplicar de la misma manera en diferentes empresas. Me sentí mucho más cómoda y segura a la hora de cambiarme de industria».

Como dice Ana Marcela, el MBA fue una «experiencia maravillosa y complementaria para mi carrera. Al final, es necesario entender el negocio para poder comunicar efectivamente lo que sucede dentro del mismo».