«Uno de los elementos que más valoran los profesionales actuales es la flexibilidad».

Por eso los programas de maestría de la Escuela de Negocios ofrecen una estructura modular y con varios inicios al año. Jaly Chea, vicedecana académica, relata que la estructura ha funcionado por dos razones: la flexibilidad y el networking.

Para las maestrías especializadas como la MFIN, la MAPI y el LLM, los estudiantes tienen disponibles dos inicios al año. Esta opción les permite organizarse para tomar sus módulos cuando mejor les convenga y además les ayuda a conocer a otros profesionales que ingresen en los otros inicios.

Por otro lado, el MBA cuenta con ocho inicios al año. Esta opción es ideal para profesionales de diferentes industrias, porque les permite organizarse dependiendo de su carga laboral o de situaciones personales. Al contrario de otros programas de maestría en la región, esta posibilidad ayuda a que los estudiantes conozcan a más personas y no permanezcan durante toda la maestría con el mismo grupo.

Además, con el formato presencial y virtual simultáneo disponible en todos los programas, cualquier estudiante tiene la posibilidad de tomar el curso de forma digital, ya que los cursos se transmiten en vivo desde el salón de clases. Entre la estructura modular y el formato «presentual», la Escuela de Negocios le brinda la flexibilidad necesaria a los estudiantes para aprender a su ritmo y como mejor les convenga, en diferentes momentos del año.

Gracias a esta estructura, los programas también fomentan una cultura de aprendizaje, en la que son los propios estudiantes los responsables de cumplir sus objetivos por módulo.